lunes, 10 de febrero de 2014

HABLANDO DE NIÑOS PERDIDOS ( VARIANTE DEL DIABLO EN PAÑALES)




HABLANDO DE NIÑOS PERDIDOS

por Guillermo Martínez Rodríguez


Mucho se ha hablado desde hace mucho tiempo, del hallazgo de niños perdidos o abandonados, que han sido socorridos ante una situación de peligro. Normalmente se dice que esos infantes superan todo tipo de adversidades y llegan a ser personas destacadas en diversos campos. De manera particular conozco la historia de un pequeño que fue abandonado por alguna madre desnaturalizada a las puertas de una iglesia, sin embargo en la actualidad ese niño se encuentra convertido en un hombre de provecho pues es un singular artista en la ciudad de México.

    De hecho fui testigo de su incipiente vocación artística y recuerdo como comenzó a cantar en tiendas y camiones usando como instrumento una botella, esperando recibir una moneda o un refresco por su actuación desde entonces ya prometedora.

   En otra ocasión y como encargado de la oficina del ministerio público de mi tierra natal, acudí al llamado del sacristán de la Parroquia de Santa María del Pilar, para dar fe del abandono de un recién nacido, dejado a su suerte en una de las bancas de la iglesia. Entonces me conmovió  la situación de aquella pobre criatura expuesta a un destino incierto y a merced de lo que la vida le quisiera dar despojado de su pasado, pues nunca se supo quienes fueron sus padres, ni los extraños motivos de su abandono.

   Pese a todo esto, no dudo que haya sido acogido en el seno de una buena familia y ojalá que pueda seguir viviendo amparado, como con aquel generoso cobijo que le ofreció primero, un grupo de damas voluntarias y después la casa del niño poblano.

   Y ya que hablo al lector de estas dos escuetas historias, precisamente en relación con el abandono de niños, recientemente mientras caminaba por la ciudad de Puebla, me llamó poderosamente la atención una placa que está colocada afuera de un edificio, precisamente a un costado de la iglesia de San Cristóbal, ubicada en la esquina que conforman las calles  cuatro norte y seis oriente. En este lugar está escrita brevemente una leyenda que nos habla sobre la fundación del hospital de niños expósitos. Este hospital fue fundado en el año de 1604 por el religioso Cristóbal de Rivera, párroco de Tlacotepec, pero lo más interesante es que nos dice la leyenda que su fundación se debió a que en una ocasión este religioso descubrió que un niño estaba siendo devorado por un perro.

    De hecho la sola idea de imaginar a un perro devorando a un niño es ya de por si aterradora, sin embargo considero como algo positivo que la nobleza y la bondad también sean parte de los cimientos con los que se edificaron algunos edificios coloniales como lo es el hospital de niños expósitos.

    Ahora bien, sobre este mismo tema del abandono de infantes, la ciudad de Puebla no puede escaparse de ser escenario del amplio imaginario popular que cubre a todo nuestro país en lo que a esto  se refiere, la imaginación de los habitantes de nuestros barrios también ha tejido leyendas sorprendentes. En este peregrinar por las calles de Puebla  donde he ido buscando leyendas como un sabueso alguien me dijo lo siguiente:

     Se dice que hace algunos años, allá por el año de 1950, en el barrio de la Luz, un trasnochado iba caminando por la esquina que conforman las calles 14 norte y 4 oriente, cuando vio a un niño recién nacido que lloraba sobre el quicio de una puerta. Impulsado  quizá por el noble sentimiento de ayudarlo, aquel hombre levantó  al niño en brazos, y llamó a la puerta pero se dio cuenta que la casa estaba abandonada. Fue así como el hombre comenzó a caminar llevando al niño, buscando a alguna persona a quien participarle su hallazgo.
     Después de unos cuantos pasos, aquel niño que había estado llorando angustiosamente guardó silencio debido quizá al calor o la protección que le brindaba aquel hombre. El hombre se turbó al grado de enmudecer cuando escuchó una voz que provenía de la frazada que cubría a aquel niño…
-          A que ni sabes a quien estás cargando. -Le dijo con claridad aquella  criatura.
    El hombre temeroso descubrió el rostro de quien le hablaba. El terror se dibujó en el rostro del pobre hombre, de la frente de aquel supuesto niño brotaban dos protuberancias cual si fueran cuernos.


PUENTE DE OVANDO PUEBLA



    En estos primeros días del mes de enero..., aquella leyenda ha tomado fuerza, cerca de aquel lugar, pero ahora en el Puente de Ovando, que es el puente que antiguamente comunicaba a los barrios de la parte alta de Puebla con el valle de Cuetlaxcoapan; es un hecho sabido que hasta hace poco este puente se encontraba en el abandono y que debajo de este, la gente arrojaba furtivamente desechos y basura. Actualmente, y gracias a la diligencia del ayuntamiento poblano el lugar ha sido remodelado y se encuentra limpio. En contraste con su anterior apariencia, existen borbollones de agua  que durante las mañanas permiten la formación del arco iris enmarcado por bellos macetones y flores de encendidos colores.

    Si tiene usted oportunidad visítelo pero no olvide tomar sus precauciones. Por las noches, y de acuerdo a lo que aseguran los habitantes del barrio de Analco, podría encontrar algo que lo sorprenda: Se dice que hará cosa de dos o tres meses, una noche negra como la conciencia de cierto ex presidente municipal, una persona pasada de copas que caminaba por el lugar, escuchó que un niño lloraba bajo el puente. Lo levantó como dije, impulsado  por algún noble sentimiento. Cuando el niño dejó de llorar le dijo al borrachito:

-          Señor… ¿Sabe que ya tengo dientes?

    El hombre, sin poder articular palabra miró a aquel infante y de inmediato sintió un escalofrío que le erizó la piel… Aquel ser le enseñaba en lugar de dientes, unos largos y filosos colmillos.