lunes, 19 de julio de 2010

QUETZALCOATL Y LA NUEVA CREACION





LA NUEVA CREACIÓN
Publicado originalmente en el libro Ángeles y Alebrijes  del autor Guillermo Martínez  Rodríguez

La figura ataviada de plumas preciosas y pectoral de jade apareció en medio de la puerta automática. Afuera resplandecía  Citlaltonac (La vía láctea.) Calló el murmullo  alrededor de la mesa circular en el centro de la sala. Los dioses mexicanos estaban reunidos en torno al Calendario Azteca. La piedra solar producía fluidos electromagnéticos con sus líneas convertidas en filamentos multicolores. Un descomunal sistema electrónico  reproducía imágenes en aquella pirámide flotante suspendida dentro de una esfera en el espacio sideral.

     Los monitores de televisión mostraban escenas trágicas. La humanidad era víctima de las fuerzas naturales desencadenadas por el propio hombre, el más rapaz de los depredadores.

     Terribles maremotos anegaban  las costas de los países de la Tierra. No quedaba rascacielos  en pie de la moderna civilización. La estatua de la Libertad sonreía grotescamente con la faz fracturada. La Torre Eiffel en París era un montón de hierros retorcidos. Los desiertos se convertían en espantosos mares. Únicamente estaban erguidas las pirámides de Egipto y América.

     Los polos de la Tierra se descongelaban, los continentes se fracturaban. Los sobrevivientes peleaban por la posesión del escaso alimento y algunas aves solitarias surcaban los cielos. Todo se extinguía poco a poco. Debido a la contaminación exacerbada  y  a las radiaciones nucleares los océanos eran portadores  precarios de vida.

     Todo era un panorama de muerte, de destrucción; el inevitable fin de la humanidad hacia el año dos mil veinte.


     - ¡Salve o Quetzalcoatl! (Serpiente emplumada) - dijeron todos. He aquí el triste final del hombre. Este es el despertar de su sueño de grandeza. La Tierra hoy se queja por sacar de su entraña el combustible, el mineral, por cercenar sus pulmones, por envenenar sus aguas, por romper la seda de su ozono, por maltratar su equilibrio.

     - Las fuerzas naturales abandonan su letargo. Debemos hacer algo- dijo Tlaloc (El dios de la lluvia)

                                                                                                                         

      - ¡Imposible!- intervino Tezcatlipoca (El Espejo humeante). Hemos empleado mil métodos para que el hombre tome conciencia de sus actos. Se lo hemos prevenido con temblores, con tornados, con huracanes, con la erupción de los volcanes y nada hemos logrado. De nada han servido las señales de los dioses. Miren  que angustia se vive hoy en la Tierra.

     Xochiquetzal ( Flor preciosa), con gesto amoroso y compungido hacía remembranzas: - “ ¿Y qué de aquellos bellos amaneceres?, ¿De los frutos exquisitos que abundaban  para alimentar a los hombres?... ¡No es posible!. Les permitimos ver nacer y crecer a sus hijos. Les ofrecimos remansos de  agua cristalina, flores hermosas; la capacidad de amar para hacerlos más sensibles. Nezahualcoyotl, hijo, tenías razón: no para siempre se vive en la Tierra. Aunque sea de jade se rompe... Aunque sea de oro se quiebra... ¡Solo un poco ahí!

     Tocó el turno a Huehueteotl  (El dios viejo):
- le hemos dado el recurso de la ciencia para que sea utilizada en su provecho y sin embargo, en su afán de poder lo pierde todo. Ya ven primero la perversidad de algunos dejó una profunda herida  en Hiroshima y Nagasaki, después vino la carrera armamentista de Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Soviética. Luego vino Francia, que decepcionante, la nación que le abrió los ojos al mundo se los cierra. Las ideas libertarias del hombre son cosa del pasado. ¿De que sirve la libertad si no existe el hombre para ejercerla?  Miren como empezó con sus famosas pruebas nucleares en una isla del pacifico aduciendo no hacer daño  y pretextando  antiguas invasiones. El gobierno de Francia ha contribuido al caos.
  

  ¿Y todos esos hombres enfermos de poder y de locura, donde han quedado?, ¿Dónde ha quedado Napoleón, Adolfo Hitler y más recientemente George W. Bush entre tantos otros? Estos hombres quedan señalados para siempre por haber dejado baldada a la humanidad, sobre todo a los niños.

     - Y no solo eso - intervino Iztpapalotltotec (Señor mariposa de obsidiana.)
¿ Y que de los gobiernos que apadrinaron el monstruoso consumismo? Miren la tierra llena de basura, millones de toneladas de deshechos en las ciudades; máquinas obsoletas, neumáticos, pesticidas...

     La mirada dulce y serena de Quetzalcoatl  los recorrió a todos haciéndoles guardar silencio. Su rostro impávido fue haciendo notar una sonrisa mientras en los monitores  cesaba por un momento la calamidad y se adivinaba  la luz del sol.                                                                                                                  
     En la Tierra, los sobrevivientes gritaban agradeciendo a su Dios en todos los idiomas.

     - No hay mucho por hacer- dijo a los dioses mexicanos. Es el fin de las cosas. La voluntad del Dador de la vida; pero es necesario para que la vida renazca de nuevo. De alguna otra manera, de alguna forma más armónica, más pura, menos corrupta. No teman porque a pesar de todo: “La semilla de la vida germinará eternamente”. No existe la muerte total, en este basto universo la materia se renueva continuamente. El mismo maíz que ha alimentado al hombre, proviene de una caña crecida con el humus de un cuerpo que se pudre. El hombre muere lento desde que nace, pero acelera su propio fin con egoísmos arcaicos, con obsesiones de poder, con actitudes propias de los animales que sin embargo, son parte de su propia naturaleza.

     Que absurdo es que no entiendan que todos los hombres son iguales, que tan solo tienen diferencias físicas. Que todos tienen las mismas capacidades y defectos, que les hace caminar la misma cantidad de sangre.

   


      Poco después todo era desolación, no quedaba nada con vida. No más aves ni peces; millones de árboles mutilados, agua envenenada, aire asfixiante, solo tinieblas. Ni un solo hombre de guerra, ningún político. ¡Que alentador! No había organizaciones de paz para hacer la guerra, ni potencias mundiales que extendieran su imperio a sangre y fuego. No había gobiernos que pasaran por alto incluso las decisiones temerosas de la junta de naciones.

     ¿Y el dinero? Esta era la única oportunidad del hombre de hacer equitativa la distribución de la riqueza. Los billetes volaban en las calles sobre pobres y ricos. Las manos crispadas de los muertos estrujaban el dinero.

     - Se habrá de inventar un nuevo mundo- dijo Coatlicue (La de la falda de serpientes). En el universo vecino hay un sistema solar semejante al nuestro.

     - Señor- habló Yaotehcutli (Señor de la Noche). Existe un planeta con condiciones similares a la Tierra. Propongo que le llamemos Quetzalcoatl en tu honor; ya ves que en aquellos tiempos nos ganaron con cada nombre griego... A los planetas de este sistema los bautizaremos con los nombres del Panteón Náhuatl.

     -Está bien- dijo Quetzalcoatl. ¿Se han cerciorado que no haya petróleo?
     - ¡Claro! - respondió Huehueteotl. Y lo que es magnifico: no existe el oro; ese metal que le hizo tanto daño a la humanidad.

     Los dioses discutieron acerca de la nueva forma de vida que habría de reinar en el nuevo planeta.

      ¿Qué tal los simios? Esos animales  tan parecidos al hombre - dijo uno de ellos.

      - ¡Oh, no!. ¿Un darviniano entre nosotros?... ¿Además  no te parece tedioso estar inventando otra vez tantas especies?
      -  En eso no estoy de acuerdo ¿los pobres animales que culpa tienen?
  

      - El compañero dios tiene razón- dijo Quetzalcoatl - los animales no merecieron morir. Por otra parte, no se olviden que entre nosotros deben imperar las ideas democráticas y debemos respetar la opinión de todos.
      -¿Qué tal los delfines? - sugirió otro de los dioses.

      -Eso suena muy bien, pero, esperen ¿porqué no darle otra oportunidad al hombre?...No me miren así, tendríamos que hacerle algunas modificaciones.
      - No se puede hacer nada, está extinguido.
      - Señor- intervino Xochiquetzal. Me temo que el hombre aun existe. Hay uno de ellos muy cerca de nosotros. Los ojos de los dioses se clavaron en ella. La confusión reinó por un momento en el lugar. La diosa  del amor, las flores y las artes se había dejado llevar por sus sentimientos.
      - ¡Como! - exclamó Quetzalcoatl ¿Cómo ha llegado aquí?
      - Es un humilde artesano. Ha dedicado su vida a modelar figuras con las manos. Sin embargo está próximo a cumplir cien años. Recuerda que alguna vez el hombre fue hecho con la masa del maíz y en lo personal creo que con ese material no dio resultado.
       - Si, pero, ¿no te parece esto algo muy descabellado?
       - ¿Recuerdas que en el llamado viejo mundo el hombre decía que el Dador de la vida hizo al hombre con el barro?
       - Eso es muy aventurado Xochiquetzal.
       Los dioses discutieron la propuesta. Al cabo de diversas deliberaciones lo aprobaron.
       - que lo haga sin lengua- opinó uno de ellos. Así no podrá mentir y se acabará la demagogia.
       - ¿que tal una lengua de pájaro?...                                                             
       - ¡Bravo!  Aplaudieron.
       - ¿porque no limitamos la capacidad de su cerebro?
       -Despojémosle de todo rastro de religión...
        - ¡claro! Magnificas ideas.
        -¿Y manos?
        - No, sin manos no podrá matar. En cambio que le ponga alas para que no conozca de fronteras.
        - Señor, necesitará una compañera ¿te parece bien lo de la costilla?
         - ¡Machista! La mujer será harina de otro costal. A la hembra le vendrá bien un barro nuevo, no necesariamente debe crearse con el  mismo barro del hombre.                                                                                                           
       

       - Señor- intervino el viejo artesano. Yo quiero hacer una recomendación: procura que en el nuevo orden de cosas no exista ropas, detergentes, escobas, ni platos. Eso podría desencadenar una guerra más. Ya ves que con eso de la liberación femenina la mujer es capaz de todo. No estaría bien que por un pleito de cocina tenga fin la nueva creación.
        Y entonces los dioses mexicanos- con la ayuda de aquel viejo- crearon de nueva cuenta al hombre, a la mujer (no importa el orden) y todas las cosas, del primero al séptimo día... Perdón,  deseo hacer una precisión: esta vez eliminaron el concepto tiempo para no esclavizar al hombre.

        Por último deseo  dar una moraleja independientemente de todos los criterios: a como van las cosas, no creo que el fin de la humanidad sea cosa de cuento.